las personas están convencidas que trabajar de manera remota es una gran opción, con muchas áreas por mejorar pero que permiten aportar valor a la organización sin necesidad de desgastarse en el desplazamiento, el tráfico y los largos trayectos.
¿Te has preguntado cómo se sienten tus colaboradores que están a distancia y cuáles dificultades han encontrado en esta modalidad dentro de tu organización?
Seamos honestos, colaborar desde casa —o cualquier otro sitio— no es lo mismo que un auténtico trabajo remoto, pero dadas las circunstancias de la pandemia, fue la opción más flexible para que ejecutivos, gerentes, directores y equipo pudieran mantener la operación activa y en algunos casos, optimizar hasta mejorar el desempeño de sus áreas.
El trabajo remoto resolvió los retos de servicio al cliente, soporte, asesoría, y muchas áreas que no requerían actividad presencial para mantener la continuidad del negocio. Una encuesta realizada por la firma consultora Buffer, dio a conocer siete aspectos complejos que las personas enfrentan a raíz de la pandemia cuando hacen trabajo remoto, con incidencia en el agotamiento o burnout por la carga laboral más la del hogar.
¿Qué sucede con el trabajo remoto hoy día? La encuesta exhibe aspectos que comprometen el desempeño y libertad del colaborador, ya que la mayoría de las empresas siguen considerando que trabajar desde casa no justifica por completo un sueldo, así que la carga y compromisos debería ser mayor, de acuerdo con tales supuestos.
El primer conflicto —y por cierto, el de mayor impacto— con el 27% es “no poder desconectarse”. Ahora los colaboradores se encuentran “atados” al teléfono o computadora más que nunca, obligándose a permanecer “en línea” donde sea, cuando sea, como sea y a costa de lo que sea. Todavía más si se presenta una “contingencia” a los ojos del líder.
La presión dentro y fuera del horario laboral para estar conectado 24/7 podría haber mermado la calidad de vida de quienes hacen home office, afectando su rutina familiar y generando un desgaste por estas prácticas.
La segunda, no menos importante, con el 16%, reside en “las dificultades en la colaboración y comunicación”. Resulta claro que la distancia limita la toma de decisiones oportunas y estar remotamente complica alinear al equipo en “la misma página” e incluso evaluar de mejor manera una determinada situación para actuar con el riesgo calculado.
El reto en este aspecto consiste en elevar la calidad de información hacia el equipo, mantener la comunicación abierta y sin triangulaciones, de manera que los responsables puedan generar soluciones eficaces y productivas.
La tercera, con el 16%, es “la soledad”. El aislamiento de los grupos de trabajo, la falta de conexión física con el equipo y los compañeros en general, causa una sensación de ausencia e indefensión, carencia de pertenencia y reducción significativa de la motivación para el cumplimiento de objetivos.
Los centros de trabajo son parte importante para generar sinergia, compartir experiencia y crear cambios. Al estar lejos de oficinas o áreas de producción, distribución y servicio, se vulnera la colaboración y compromiso del talento.
Con el 15% tenemos en cuarto lugar a “las distracciones de casa”, consecuencia cada vez de mayor impacto en las familias debida al estrés por las clases escolares en línea, los tiempos apretados para cumplir deberes del hogar o las limitantes para contar con un espacio adecuado dónde trabajar en términos “profesionales”. Es clave entender que las personas están presentes para sus familias pero no significa que estén disponibles en su horario de trabajo.
Los encuestados asignaron un 12% a la “motivación”, desafío que ocupa la quinta posición. Es cada vez más notable la urgencia de inspiración en las personas que trabajan remotamente. El efecto de encierro merma la conducta proactiva y distrae fácilmente al colaborador, ya que su tiempo de atención y compromiso están saturados.
En sexto lugar, y con el 7%, tenemos a la “diferencia de horarios respecto a otros equipos”, pues en ciertas organizaciones transnacionales, las reuniones y la colaboración están cruzadas por los horarios de diversos países, lo que obliga a extender la jornada laboral, creando mayor tensión.
Finalmente, también con el 7% se ubican las limitaciones de tecnología e internet, afectando actividades que ahora son esenciales y que no pueden realizarse remotamente o impiden la capacitación para ejecutar correctamente el trabajo y los proyectos.
Pese a estas circunstancias, las personas están convencidas que trabajar de manera remota es una gran opción, con muchas áreas por mejorar pero que permiten aportar valor a la organización sin necesidad de desgastarse en el desplazamiento, el tráfico y los largos trayectos.
Considero que aún estamos en la curva de aprendizaje, incluso cuando vamos a cumplir dos años colaborando a distancia y más extensa. Aún hay ajustes pendientes para todas las partes involucradas, pero sigo convencido de que el componente remoto llegó para quedarse en cualquiera de los formatos que hemos explorado: ya sea en su totalidad o en la modalidad híbrida.
La experiencia que el Covid-19 dejó a las empresas ayuda a adaptarnos y mejorar nuestro desempeño de manera remota siempre que podamos contar cada vez más con condiciones óptimas; no solamente técnicas, sino psicológicas para crear un ambiente propicio y considerado con nuestra gente.